domingo, agosto 19, 2007

Rothbard demuele la teoría moral de la izquierda (victimología oficial, ecologísmo y puritanismo izquierdista)

Este estupendo texto pertenece al libro que me convirtio finalmente al anarquismo capitalista: "La Ética de la Libertad" del genial Murray N. Rothbard.Aunque se refiere a los EEUU de hace unos años, su análisis es muy valido y necesario para la España de nuestros días (e incluso profetico, a pesar de no imaginarse que los españoles pudieramos llegar a caer en estos errores como afirma al final). El texto demuele la supuesta superioridad moral de las teorías mal llamadas progresistas y de la izquierda política en general en tres campos: el tema de las minorías (y todos los chiringuitos redistributivos que hay detrás), el ecologismo religioso (que Rothbard no podría imaginarse a que magnitud esta llegando hoy con el gran timo del "calentamiento global") y el neopuritanismo (que yo no me canso de criticar desde "Matar a Lois"). Creo que es algo que todos los estatistas deberían leer, y por eso me he tomado la molestia de mecanografiarlo.

Hay tres grandes campos en los que el estatismo de izquierda ha ocupado las posiciones de la moral y ha comenzado a abrirse paso.

Podemos denominar al primero “el igualitarismo comunitario”. Se designa a algunos grupos de individuos como “víctimas a la carta”. Se considera que estos grupos, cada vez más numerosos, son, o han sido, victimas de otros grupos llamados opresores oficiales. De ahí que el deber del estado consista en derramar riquezas, empleos, puestos y privilegios innumerables sobre esas víctimas, a cargo, por supuesto, de los pretendidos opresores. Se trata de una forma particularmente grotesca de reparación o compensación, ya que los “opresores” no han causado personalmente ningún perjuicio a nadie y las “victimas” jamás han sufrido por culpa de ellos. Privilegios y penalidades se distribuyen con el único pretexto de que grupos similares podrían haber sido victimas u opresores en el pasado (a veces muy lejano). Por encima del mercado, jamás se hace mención de una fecha en la que cesarían estas “reparaciones”, aparentemente destinadas a perpetuarse indefinidamente, o por lo menos hasta que la comunidad de “victimas” sea declarada en todo “igual” a la de los opresores.

Puesto que es la “nueva clase dirigente” la que debería hacer esta declaración, y se halla instalada en un sistema de redistribuciones masivas, reteniendo de paso bonitos porcentajes por su gestión, se puede temer que el parte de victoria final jamás se publicara.

En la actualidad el conjunto de victimas oficiales comprende: los negros, los judíos, los asiáticos, las mujeres, los jóvenes, los viejos, los “sin casa”, los homosexuales y los “disminuidos”. Lo cual permite identificar a los “opresores” como a los blancos varones, de mediana edad, heterosexuales, cristianos, no disminuidos y que disfrutan de una morada.

La segunda amenaza consiste en todo ese conjunto de medidas que suelen catalogarse bajo la rubrica de “medio ambiente”. Cuando este libro se publico en 1982, la principal preocupación era la polución del aire y del agua. Junto con otros economistas, demostré entonces que la polución es consecuencia del rechazo obstinado de los tribunales del Estado a hacer respetar los derechos de propiedad, y que el problema quedaría resuelto si esto derechos sobre el aire y el agua se definieran rigurosamente.

Pero desde 1982 ha resultado evidente que los ecologistas no se preocupan en absoluto de este tipo de soluciones cuando se trata de problemas de polución, ni de preservación de las especies en peligro de extinción, ni de ningún otro tipo de problemas. Les inspira una ideología literalmente hostil a la especie humana, cercana a las religiones paganas o panteístas y que considera al hombre como la entidad más baja y despreciable de la naturaleza. Por el contrario, todas las otras entidades del mundo (animales, plantas, insectos, árboles e incluso las playas y las rocas) tendrían derechos superiores a los de la humanidad. La idea fundamental es que antes de la llegada del hombre todo se hallaba en un “equilibrio ecológico”: el mundo vivía en un estado apacible y armonioso, según la metáfora de los círculos inmutables. Pero de pronto apareció el hombre, el destructor. A diferencia de otros seres, el hombre no estaba limitado ni determinado por su medio. Se puso, ¡oh drama!, a cambiarlo y transformarlo, según la metáfora de la línea recta. De tal modo que el ecosistema, el “medio ambiente” quedo trágica e irreversiblemente alterado y desequilibrado. Lo que los ecologistas se proponen es restablecer el orden del mundo devolviéndolo a su estado anterior al hombre, o por lo menos hacer todo lo posible en tal sentido: en una palabra, dificultar, si no interrumpir, la producción y el consumo, por no hablar del desarrollo y del crecimiento. Todo el ecologismo actual se basa en doctrina perversa y antihumana.

La interminable letanía de postulados histéricos y pseudo-científicos de los últimos años (el “calentamiento de la atmósfera”- tras la “nueva era glacial”-, el “agotamiento de las riquezas naturales”, la lluvia ácida, el agujero de ozono, la pretendida “crisis de la energía”, los lamentos sobre los bosques seculares, el caribú y la lechuza moteada, la exclusividad que ciertos medios dan a un puñado de científicos ávidos de publicidad, al tiempo que ignoran a los sabios auténticos y escrupulosos..) Todas estas quimeras y todas estas mentiras no son más que armas de combate en la guerra de los ecologistas contra la producción y el consumo humanos, y sobre todo contra los elementos del “confort burgués” que sacan de quicio a los ecologistas, como los grandes automóviles “devoradores de gasolina”, los abrigos de pieles, el AC, los recipientes de plástico, los aerosoles para lacas del pelo o los desodorantes.

Como toda moral autentica debe basarse en la felicidad y el desarrollo de la humanidad, produce exasperación ver como estos ecologista, cuya ambición es profundamente antihumana, ocupan el campo de la moral con toda impunidad.

El tercer elemento de esta trinidad profana es una nueva variante del puritanismo de izquierda. Como el viejo puritanismo, el nuevo trata de privar al hombre del placer, con la diferencia de que la nueva variedad tiene objetivos más amplios que la antigua, que solo se ocupaba del amor físico. Hoy son todas las formas del placer declaradas “peligrosas para la salud” en cualquier grado, las que son objeto de prohibición. Lo que el nuevo puritanismo parece perseguir es poner fuera de la ley todas las actividades que no son oficialmente “buenas para usted”, o que implican el menor elemento de riesgo. De donde viene la actual histeria anti-tabaco, con diversas formas de represión exigidas por los reformistas izquierdistas, desde el ostracismo mundano a las prohibiciones reglamentarias e institucionales. Fumar en público esta casi por doquier prohibido por la ley, lo mismo que la publicidad sobre cigarrillos en radio y tv. La prohibición del alcohol retorna vigorosamente con la prohibición de vender bebidas alcohólicas a menores de 21 años, o conducir en automóvil después de haber bebido un vaso de alcohol. Es bien conocida la criminalización histérica del uso de productos farmacéuticos arbitrariamente llamados “drogas”, y los EEUU han conseguido, de grado o por fuerza, implicar a otros países en su “cruzada antidroga” evidentemente vana y destructora.

Al mismo tiempo, se prohíben toda clases de aditivos para los alimentos, so pretexto de que dosis masivas de estos aditivos administrados durante años a las ratas les habrían producido cáncer. La propaganda masiva de los políticos contra todo riesgo y a favor de la “forma” muestra que el ideal del puritanismo actual es un hombre, o una mujer, que solo come productos declarados “sanos” oficialmente, preferiblemente insípidos, y pasa todo su tiempo ocupado en “entrenarse” con maquinas. Preferentemente en casa, ya que todo lo que un ser humano hace fuera puede “atentar contra el medio ambiente”. Por lo demás, este hombre no podrá comer ni consumir mucho por temor a acarrear nuevos atentados contra ese medio ambiente.

El nuevo puritanismo se lleva bien con la victimología oficial, ya que se sirve e una censura social, e incluso legal, contra ciertas investigaciones científicas, o la expresión de opiniones que podrían, en la terminología oficial, “chocar” contra las sensibilidades de estas comunidades de “víctimas”. La prohibición llega incluso a proscribir explícitamente practicar el humor, e incluso el ingenio, a costa de ellas. En EEUU, como consecuencia de estas presiones, la palabra y el escrito se hacen cada vez más afectados y melindrosos, sensiblemente más graves, solemnes y aburridos, y todos tratan de evitar expresar cualquier opinión que no encaje con el Nuevo Pensamiento Oficial. Las expresiones atrevidas, en la discusión o en los escritos, solo se permiten socialmente si se dirigen contra el macho blanco, cristiano, etc. El Opresor.

En este caso, se considera como la legítima expresión de una rebelión justa contra siglos de tiranía. Por el contrario, toda manifestación de irritación, e incluso toda franqueza o rasgo de espíritu, respecto a las Víctimas ha sido eliminado de los medios respetables. Más aún, en las Universidades semejante comportamiento es, al pie de la letra, un motivo de expulsión (como ya lo ha sido, en la Universidad de Conenecticut, el “crimen” de “reírse de forma inadecuada”. Si no se expulsa a estos estudiantes “criminales”, se les envía a “clase de reeducación”, referencia terrorífica, y acaso involuntaria, de los viejos centros de reeducación soviéticos.

Espero que los franceses o los españoles no sean víctimas de este puritanismo de izquierda; al menos no puedo imaginarme que abandonen los cigarrillos y el vino para lograr la perfección cardiovascular.

También disponible en Asturias Liberal

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bien traido el texto en los tiempos que corren.
Hay que arrebatar a los estatistas la supuesta supremacia moral que presumen poseer.
Yo ya no dejo pasar ni una, en cada conversación informal, comentando un informativo etc tiro siempre por el camino de desenmascarar los mitos socialistas.
Ya tengo conocidos del trabajo que han dejado de tratarme por que me ven como un peligroso extremista pero me da igual, los pongo en el brete de que me sigan defendiendo el estado pero teniendo que admitir que es imposible sin la coacción y la violencia.
El rollo progre-guay ya me toca las narices

Fonseca dijo...

Hola a todos.



El gran triunfo de la izquierda es que muchas de sus ideas morales son ahora compartidas por gente de todo el espectro ideológico. Calentamiento global, prohibicionismo, etc...

Al fin y al cabo no es más que poner en práctica todo lo enunciado por Goebbels (que pese a todo fué un tipo con mucho que enseñar). UNa mentira repetida hasta la saciedad termina por convertirse en verdad para la mayoría.

Y lo que más me jode de todo es esa dictadura de lo "políticamente correcto". Cada vez que hablas de algo tienes que cogértela con papel de fumar para evitar ser tachado de fascista, racista o xenófobo. Así que ¿de que nos sorprendemos cuando leemos que lso creadores de South Park sean republicanos? Lo más rebelde es ser de derechas.


Fonseca

Anónimo dijo...

Tomo nota del libro.
Ya te contaré mis impresiones.

Saludos
MMX

ayalgueru dijo...

hay un salto importante entre darse cuenta que las politicas progres son un timo concluir que el estado deba desaparecer totalmente hay un salto.

habiendo dicho esto el debate liberalismo-anarquismo me parece que es como discutir del sexo de los angeles con perdon. En puridad teorica le reconozco mas solidez al argumento anarquista pero la verdad i don't see that happening.

yo cuando se acabe el timo piramidal de las pensiones publicas , se liberalice el suelo , se acabe el prohibicionismo , los padres recuperen el derecho de educar a sus hijos , el gobierno no regule la prestacion laboral para beneficiar de los unos y dejar a los muchos en el paro , los granjeros de africa puedan vender sus productos en europa , no tener que subvencionar al gordo sinverguenza de jose bove, cuando la libertad de expresion no este limitada ( caso jueves ) , cuando el gobierno no me quite mas de la mitad de lo que gano ... en fin cuando lleguemos a eso ,,, pues ya veremos ,,, como decian ( tontos no eran ) los comunistas primero ganar la guerra despues hacer la revolucion ,,



salud y libertad.

Carlos Felipe dijo...

Por lo general los países exitosos de iquierda no tienen "víctimas", así que no es un sistema de "reparación". Las "víctimas" son simplemente las personas que por sus condiciones obvias no pueden competir en igualdad, como los ancianos o los enfermos, sin que eso haga a "los varones blancos" los victimarios. Siendo que los varones blancos también pueden envejecer, enfermar o sufrir accidentes, tienen madres viejas o hijos accidentados, tienen la consciencia suficiente como para ser quienes "sostienen a la sociedad", lo que parece natural cuando se pone en términos de una madre que trabaja por los de su hogar mientras no son capaces de trabajar por sí mismos.
Claro que hay que ver que este movimiento es popular en EEUU, un país lleno de colectivismos pero que asegura que la individualidad es uno de sus valores principales: "A pesar de las nociones estadounidenses características acerca de que la gente debe "decidir las cosas con criterios propios" y "tener el derecho a opinar", poco de lo que se piensa resulta original o único". Kottak.
Lo segundo es que el hecho de que los ecologistas sean unos idiotas, no quiere decir que su consigna sea incorrecta. Para comenzar, la explotación de los recursos naturales no debería ser responsabilidad ni derecho de nadie en particular. Sin embargo, como es inevitable que los necesitaremos para producir, alguien tiene que regularlo. Seguro no será la misma empresa que lo explota, así que supongo que le queda al Estado la tarea. Hay una tribu en Kenya, los Ariaal, que andan con sus vacas, y sacan la proteína de la sangre de sus gargantas, que mezclan con leche. Conservan a la vaca viva, le curan la herida, y hacen todo de nuevo un tiempo después. Ellos se hacen sostenibles con su ambiente. Sin embargo, la naturaleza se hizo un bien industrial y ya no depende del consumo: mientras más se procese, más control sobre la oferta y la demanda. Eso es etúpido, aunque me imagino que quien lo hace piensa en su vida, no en las generaciones futuras... yo no me meto con la moral, y tampoco debería Rothbard, siendo que no creo que la moral debería basarse en la felicidad. En todo caso, ¿en la felicidad de quién? y ¿Quién la determina? El conocimiento crea necesidades, igual la globalización, y las necesidades son infinitas. Pero los medios para satisfacerlos no son infinitos. Con el puritanismo de izquierda no me meteré, porque no soy de izquierda y porque soy un hedonista. Aún así, no soy un hedonista insensible estúpido, y no puedo estar de acuerdo con ningún fanatismo, ni en un sentido ni en el otro.

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